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Información General Sobre Honduras
Honduras es un país centroamericano con 5.6 millones de habitantes. Es
la segunda nación más pobre de América Latina. A finales de 1997 se sabía
que el grado de pobreza en Honduras alcanzaba al 67% de la población;
los indigentes son el 32% a nivel nacional, mientras que en el área rural
llegan al 35% (SETCO-CEPAL, 1997).
El 60% de la población vive en el sector rural y en las últimas décadas
se ha acelerado el fenómeno de emigración hacia las ciudades más grandes,
provocando enormes concentraciones de marginalidad, inseguridad ciudadana,
problemas legales de tenencia de la tierra y deterioro ambiental.
La democracia hondureña es incipiente, apenas en 1982 los militares abandonaron
el poder tras décadas de dominio dictatorial. La vida política está controlada
por dos grandes partidos tradicionales que se alternan en el poder. La
participación ciudadana prácticamente se restringe en el voto electoral
cada cuatro años al escoger de una sola vez a sus gobernantes.
El gobierno dedica apenas el 33% del gasto público a la salud y educación,
esto se refleja en los altos índices de desnutrición infantil, escolaridad
promedio de cuatro años y condiciones precarias de salud y vivienda.
A nivel mundial Honduras es calificado como uno de los países más corruptos
(Informe TRANSPARENCIA INTERNACIONAL, 1998). La impunidad y arbitrariedad
predominan en el ámbito gubernamental.
La mayoría de la población es tradicionalmente católica, aunque en las
últimas décadas las iglesias evangélicas han aumentado considerablemente
su membresía, alcanzando a un 29% de los hondureños (Encuesta LE VOTE,
1999).
La actividad social de las iglesias se limita generalmente a suplir algunos
recursos para solucionar problemas puntuales y de emergencia (alimentos
y medicinas). Su beligerancia y participación política son casi inexistentes,
debido a concepciones doctrinales que separan absolutamente al Estado
y la Iglesia, y lo material de lo espiritual (El "pietismo"
es una tendencia que enfatiza la relación entre el individuo y Dios, restando
importancia a la responsabilidad social del creyente. Esta es una postura
muy habitual en muchas iglesias y pastores de Honduras).
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